La ciudad con más rascacielos del mundo por número de habitantes está en la Costa Blanca y, como se puede adivinar fácilmente, no es otra que Benidorm. La antaño pequeña población pesquera comenzó a recibir turistas en la década de 1950 y, en poco tiempo, fue cuna del destape y pionera en el uso del bikini. La Iglesia tildó a la ciudad de frívola, a lo que el clero local respondió alzando una gran cruz cristiana en la Serra Gelada, en los albores de los años sesenta.
El organismo eclesiástico benidormense se encargó de preparar una jornada, en la que todos los vecinos del municipio podrían participar. Estos, con el fin de demostrar que no eran tan frívolos ni pecadores como se hacía ver, transportaron y plantaron la gran cruz de madera, hecha con antiguos postes de luz, en lo alto de la sierra, al este de Benidorm. La jornada fue denominada como el Día del Perdón y tuvo lugar la última semana de diciembre del año 1961. Sirvió tanto para afianzar la fe católica en la población, como para acallar los turbios rumores que, en otros municipios y organismos, de esta se tenían. Según se cuenta, algún tiempo antes de este hecho, el obispo de la diócesis de Orihuela-Alicante había amenazado al alcalde de Benidorm, por entonces Pedro Zaragoza, con poner un cartel a la entrada de la urbe que indicase: El Infierno.
Con el paso del tiempo, la cruz se ha ido renovando y en la actualidad existe una de estructura metálica que se ilumina por la noche. Aparte ideologías y creencias, junto a la cruz se encuentra el mirador homónimo, desde donde se observa una de las vistas panorámicas más espectaculares de Benidorm y sierras cercanas, como el majestuoso Puig Campana. Hasta este punto se puede ascender tanto a pie como en bicicleta e, incluso, en coche hasta escasos metros de la cruz. Además, desde hace pocos años se realiza, en el mes de mayo, la denominada Subida a la Cruz, la cual consiste en unos 10 km que se pueden realizar a pie o corriendo. Asimismo, desde la cruz se pueden realizar diferentes rutas senderistas por el Parc Natural de la Serra Gelada, en cuyo extremo opuesto encontramos el Faro de l’Albir y la bahía de Altea.
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